Memorias de amor entre madre e hija

Crónica de la presentación en el MACC

por mantoblog

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Eran las diez de la mañana del sábado 13 de Diciembre del 2008, empezaban a llegar algunas mamas y algunos papas con sus pequeñas hijas a la recepción del teatro del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo MAAC. Pequeños rostros maquillados, tutus de color rosado, zapatillas de ballet, escarcha sobre el pelo, brillantes estolas, mucho gel y una gran dosis de ansiedad.

Una presentación, cualquiera que esta sea, siempre logra que las personas en especial las más grandes sientan algo de nervios. Los niños y niñas parecen no estarlo pues se distraen jugando con sus amigos y al hacerlo consiguen disipar esa alta concentración de adrenalina que convierte a muchas personas en un manojo de nervios.

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El tiempo avanzaba, eran ya la diez con treinta, más mamas llegaban junto a sus pequeñitas.

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En el interior del teatro, a un lado del escenario están los camerinos, estos con el pasar de los minutos se convierten en una olla de presión que encierra en su interior toda la emotividad que en pocos minutos va a ser liberada. Los que estuvimos ese día,  percibimos una energía que inundaba y recorría el ambiente, esta sensación que nos envolvía era seguramente el resultado de la enorme cantidad de risas, alegría, confusión, amor, emoción que sienten las niñas y sus mamas al estar próximas a debutar en un escenario verdadero frente a un publico que aunque son personas conocidas, son un publico real, tangible, que harán sentir sus aplausos.

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Y digo sienten, porque son ambas, mama e hija, que desde el momento de inscribirse en la escuela de danza, acudir a los ensayos, discutir por el vestuario, hablar acerca de cómo maquillarse o como peinarse y sin importar si el baile salio bien o mal, mutuamente se alientan, se felicitan, se besan, se abrazan,  logran entonces, después de sortear todo tipo de situaciones, construir un lazo tan íntimo, fuerte y maravilloso que son en realidad las dos quienes salen al escenario, bailan se emocionan y convierten ese breve espacio de tiempo en un recuerdo que se quedara en la memoria, encerrado en el corazón de ambas toda la vida.

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El escenario frío, oscuro, silencioso se rompe con los arreglos de último minuto de los tramoyistas. Yadira y Omar sobre el escenario marcan el sitio en donde las niñas tendrán que colocarse. Ambos realizan su danza personal, están serios y parecen pensar solamente en cual será la mejor forma de hacer lucir a sus pupilas.

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Ha llegado el momento, la fría sala se llena de personas, todas esperan, conversan, toman fotos, lo hacen con el ánimo de disipar esa ansiedad que  madre e hija en especial sienten, las luces se van y en la oscuridad que a todos nos envuelve aparece un chispazo color ámbar balanceándose sobre el escenario e indicándonos que la función ha comenzado. Madre e hija mirándose desde lejos pueden tocarse y tomadas de la mano empiezan a bailar, a balancearse, a llenar el escenario con sus movimientos y delicadas contorsiones. Están felices, los aplausos se dejan sentir. Viva la danza que une corazones, viva la felicidad de compartir las emociones. Viva el amor entre madres e hijas.

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